Los orígenes de la tecnología de los motores de iones se remontan a 1930, cuando el doctor Wernher von Braun, científico de cohetes alemán, fue introducido a la posibilidad de la propulsión eléctrica por su mentor, el doctor Hermann Oberth. Lamentablemente, en un principio von Braun desestimó su potencial y prefirió especializarse en sistemas de propulsión química.
Tras la Segunda Guerra Mundial, von Braun y otros cientos de expertos alemanes en cohetes se rindieron a los americanos. Tras lo que fueron enviados a Fort Bliss, en Texas, para desarrollar la tecnología de cohetes para la U.S. Army Research. A pesar de que von Braun trabajaba en el campo militar, su gran sueño era poder desarrollar un cohete que pudiera llegar a otros planetas.
Pensando en ese ideal, von Braun conoció a Ernst Stuhlinger, miembro del equipo original alemán que desarrolló los primeros cohetes del mundo. Recuperó las ideas de su mentor, el profesor Oberth, y ambos coincidieron en que quizás, la propulsión eléctrica fuera una solución viable para llegar a Marte. De esta forma, Stuhlinger se centró en la teoría de la propulsión eléctrica. Sus estudios culminaron en la presentación de un trabajo titulado ‘Posibilidades de la Propulsión Eléctrica de Naves Espaciales’, en el que demostraba que este sistema era mucho más eficiente que uno de propulsión química. Su repercusión fue enorme entre la comunidad científica y finalmente conduciría a la idea de desarrollar los motores de iones…
¿QUÉ ES EL IMPULSO POR IONES?
Un propulsor de iones es un sistema de propulsión eléctrica, pensado para vehículos espaciales, que crea un impulso al acelerar iones. En la práctica, este término se utiliza para referirse a todos los sistemas de propulsión eléctrica que aceleran plasma, puesto que este consiste en iones. Según como aceleren los iones, estos impulsores se pueden categorizar de distinta forma. Por un lado, los que utilizan la fuerza electroestática, mediante la fuerza de Coulomb. O bien los que utilizan la fuerza electromagnética gracias a la fuerza de Lorentz.
Comparados con los cohetes químicos, los impulsores de iones tienen menos empuje directo, pero son capaces de alcanzar mayores velocidades gracias a su mayor rendimiento y eficiencia. Esto es notable especialmente para trayectos largos donde ganan con creces a los sistemas químicos con un consumo de energía muchísimo más inferior.
ACTUALMENTE
La NASA ha sido la gran impulsora, nunca mejor dicho, de este sistema de propulsión. Siendo la sonda Deep Space 1, lanzada en 1998, la primera en contar con un motor de iones para llegar a otro cuerpo planetario. A ella se le han unido la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Japonesa, que la han utilizado en diferentes satélites y naves espaciales.
Tras la gran alianza estratégica de la NASA y la ESA para desarrollar una nueva generación de transbordadores espaciales en el Centro Aeroespacial Europeo de Sevilla, muchos son los expertos que creen que los impulsores de iones tendrán un papel de gran importancia en esta nueva generación. Especialmente, tras los recientes avances en los sistemas alimentados por energía nuclear y los estudios teóricos para el aprovechamiento de la tecnología de fusión de hidrógeno. Aunque según los expertos todavía quedan muchos años para poder ver una aplicación práctica real. Sea como sea, está claro que los motores de iones serán la pieza angular de la carrera espacial del siglo XXI.