El CCI, Centro de Control de Ingeniería, estaba completamente vacío, a excepción de una figura recostada en el asiento de la consola principal. Eskandal había ordenado a los ingenieros de ese turno que fueran a hacer una inspección de varios sistemas de armamento de la cubierta superior delantera de la Valhalla. Quería estar sola un tiempo mientras seguía monitorizando todos los niveles de energía y sus fluctuaciones.
Ante ella tenía una gran pantalla proyectada y otra docena de más pequeñas alrededor. Interactuaba con gran precisión y velocidad con todas ellas con ligeros movimientos de los ojos y sus manos. Se consideraba una persona multitarea, capaz de gestionar, monitorizar y desarrollar soluciones al mismo tiempo. En una de las proyecciones tenía una actualización de estado de una de las últimas simulaciones virtuales que había hecho del simbionte de Luis. El chico seguía inconsciente, recuperándose de sus graves heridas, por lo que no podía examinarlo en condiciones. Eso no quitaba que pudiera analizar todos los datos posibles gracias a los registros que había obtenido con el Gungnir. De alguna manera, Luis, o su simbionte, habían logrado transferir un montón de información cuando lo habían llamado o, mejor dicho, invocado.
El simbionte, a pesar de encontrarse físicamente dentro del cuerpo y mente de Luis, parecía estar completamente integrado en el Gungnir. Era como si fuera un espíritu, dividido en dos cuerpos diferentes. No podía evitar pensar en lo que Luis les había contado de sus visiones sobre Fenrir, el lobo ancestral de la mitología que habían traído los boreanos con ellos tras el Gran Exilio. Había tenido largas discusiones con Alexandra al respecto, pero no habían llegado a ninguna conclusión sobre las repercusiones de las visiones de Luis. Tenía varias hipótesis, pero no tenía suficientes datos como para poder compartirlas. Odiaba teorizar sin tener el respaldo de los números de su lado. Lo que sí tenía claro era que el Gran Padre Odín había logrado ir más allá de lo que nadie había creído para hacer viable el desarrollo y producción del Gungnir, la Valhalla y ese simbionte. Todo tenía que estar conectado.
Eskandal suspiró mientras se estiraba. Llevaba puesto su mono de trabajo de ingeniería, aunque sin la mayoría de accesorios que solía equipar cuando tenía que reparar algo. Se centró en el rendimiento energético del simbionte durante el combate de Luis con el jotun y luego contra todos los predadores hekkar. Estaba claro que el muchacho lo había puesto al límite. Al principio había logrado hacer un uso eficiente y equilibrado de la energía, pero en un momento dado hubo un incremento de consumo que no paraba. ¿Quizás el detonante había sido descubrir que Heimdall había muerto? Ella no lo había visto nunca antes. De hecho, por lo que a ella respectaba, no había sido más que una leyenda hasta que rescataron su cadáver y descubrió la verdad. Lo que estaba claro era que, tras verlo muerto, Luis perdió el auto control, aunque gracias a eso alcanzó unas cotas de destrucción impensables. El problema, como pudo ver en las gráficas, fue que esa táctica era suicida si tenía que enfrentarse a tantos enemigos.
Y, a pesar de ello, ahí estaba, cuando ya toda la energía se había agotado. Cuando los nano reactores de fusión de sus células parecía que fueran a ser incapaces de producir más energía. Fue en ese momento cuando algo sucedió. Había un pico altísimo en la gráfica. Uno que disparó también la actividad cerebral de Luis más allá de todo registro posible. Ni ella ni Alexandra habían podido encontrar respuesta. Tan solo Luis podría explicárselo, pero seguía inconsciente. Fuera lo que fuese hizo que el simbionte lograra concentrar una cantidad de energía abismal en una fracción de segundo. La suficiente como para que Luis pudiera ejecutar al predador Alfa y acabar con él. Justo a tiempo, ya que tras hacerlo todos los sistemas se colapsaron y cayeron en cascada. Seguía sin creer que Luis no hubiese muerto automáticamente en ese momento.
No lo había hecho. Se había desplomado. Justo para ver llegar al Gungnir, deteniéndose justo a su lado, para luego abrir fuego contra los predadores que iban a despedazarlo. Sí, era obvio que el simbionte tenía un entrelazamiento cuántico con el Gungnir. Una cosa era haber logrado invocarlo, pero otra muy diferente era conseguir que este actuara de forma autónoma y abriera fuego contra objetivos enemigos. Alguien tenía que estar controlándolo, ya fuese Luis de forma subconsciente o el simbionte por sí mismo. No lo sabía, pero tenía que averiguarlo. Sin duda era una capacidad muy importante a tener en cuenta en el futuro.
Tenía que volver a hacer un diagnóstico profundo al Gungnir. Tenía que lograr averiguar qué nivel de integración tenía el simbionte de Luis con él. Si es que eran entidades realmente distintas. Cada vez albergaba más dudas y sentía como una de sus teorías locas tomaba fuerza en su interior. De esas que habría descartado automáticamente en condiciones normales por considerarlas descabelladas. Ya no podía hacer eso. Había aprendido muy bien que cuando el Gran Padre estaba implicado, lo imposible era, de hecho, más que posible.